Que alguien persiga los resultados es algo tan obvio como decir que en las empresas estamos orientados al cliente o que la administración pública se orienta a los ciudadanos, aunque a veces, no esta de más el recordarlo.
Si hablamos por lo tanto, de una actitud orientada a los resultados, un primer aspecto a tener en cuenta tendría que ver con la gestión del tiempo y la cuestión estaría destinada a la utilidad de los actos que realizamos, donde deberíamos pensar cuanto tiempo dedicamos a algo que pueda traducirse en resultados versus el tiempo que destinamos a actividades que no aportan resultado. Me quede impresionado con las palabras pronunciadas por Paquito Fernández Ochoa el gran esquiador español que pronunció por su boca su hermana poco antes de morir: ‘podrán quitarte la vida, pero tú no pierdas el tiempo’.
Otra actitud que diferencia una orientación a resultados de otra que no lo hace es la realización de tareas que garantizan el futuro, frente a tareas que nos anclan en el pasado. En este caso podríamos identificar la prioridad que podamos tener hacia tareas que son urgentes, frente hacerlo a tareas que son importantes.
La última actitud que quiero destacar es la clara orientación al cliente, que para mi es un sinonimo de la orientación al cliente, creo que no hay mayor correlación posible, ni consecuencia más justa. Cuanto más tiempo se pase con el cliente, cuanto más se piense en el cliente, cuanto más se trabaje pensando esto para que le servirá a mis clientes, más orientación al resultado se tiene y por lo tanto más resultados se obtienen.
Autor: Javier Llinares
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